La importancia del desayuno
La importancia del desayuno

Piense que después de 8 o más horas de sueño y ayuno, el cuerpo necesita recuperar fuerzas para estar en forma toda la mañana, por lo tanto, el desayuno nos servirá de fuente de energía, aportándonos aproximadamente un 25% de las necesidades nutricionales que se requieren a lo largo del día.

Almorzando conseguiremos mejorar el rendimiento en nuestras actividades físicas e intelectuales.


En todo caso, si no tenemos demasiada hambre o no nos apetece comer demasiado, lo que podemos hacer es un desayuno a primera hora y el otro a media mañana. Así también conseguiremos distribuir mejor la energía y llegar con menos hambre a la hora de comer.

¿Qué nos tiene que aportar un desayuno completo?

Lácteos: leche, queso o yogur

Farináceos: pan, tostadas, galletas o cereales

Fruta: entera, troceada o en forma de jugo


También podemos incluir otros tipos de alimentos como los frutos secos, el atún, el jamón, el aceite de oliva y con moderación los dulces como el chocolate, la mermelada, el azúcar, productos de bollería ...

Si finalmente hemos decidido repartir el desayuno en 2 tomas, lo que podemos hacer es seguir el esquema anterior durante el primer desayuno (láctico + farináceo + fruta), ya media mañana hacernos un bocadillo.

Recuerde que ... Es importante la instauración del hábito de desayuno desde pequeños, ya que se ha comprobado que hay un 8% de la población infantil que no desayuna diariamente, y además este porcentaje va en aumento a medida que el niño crece.

 

Investigadores del proyecto PREDIMED - un estudio de intervención nutricional para evaluar la eficacia de la dieta mediterránea en la prevención primaria de enfermedades cardiovasculares- llevaron a cabo un ensayo clínico controlado y aleatorizado en el que ha participado hombres y mujeres de 55 a 80 años con alto riesgo de padecer enfermedades del corazón. Los participantes fueron asignados al azar a una dieta: un grupo seguía una dieta mediterránea complementada con aceite de oliva virgen extra, otro seguía una dieta mediterránea complementada con frutos secos, y otro una dieta baja en grasa (grupo control ). En este estudio, el equipo de investigación liderado por el catedrático de la URV Jordi Salas-Salvadó *, en el marco del proyecto PREDIMED- analizó los efectos de la dieta mediterránea a largo plazo sobre el síndrome metabólico en 5.801 personas. Casi el 64% (3.707) de los participantes tenían síndrome metabólico al inicio del estudio.

Tras un periodo de seguimiento de 4,8 años de media, los investigadores descubrieron que, las personas que pertenecían a los dos grupos que habían seguido la dieta mediterránea -complementada con frutos secos y aceite de oliva-, disminuyeron el perímetro de la cintura (obesidad abdominal) y los niveles de glucosa en la sangre. De este modo, 958 participantes del estudio (28,2%) dejaron de tener los criterios que definen la presencia del síndrome metabólico.

El síndrome metabólico es un conglomerado de alteraciones metabólicas asociadas a la obesidad abdominal. Entre estas alteraciones se encuentran, por ejemplo, la presión arterial alta, niveles bajos de colesterol HDL en la sangre (el colesterol "bueno"), niveles altos de triglicéridos y concentraciones altas de azúcar en la sangre. El síndrome metabólico afecta al 25% de los adultos de los países desarrollados y conlleva un aumento del riesgo de diabetes, enfermedades del corazón y mortalidad.